
Sobre el suelo adoquinado de la iglesia des Célestins, del siglo XIV, y con ramas, flores secas e hierbas de la Provenza, el brasileño Vik Muniz, 50 años, ha reproducido a Van Gogh, sólo visible desde lo alto de una pasarela. Normal: con chuches o piedras o chocolate, Muniz puede imitar un Picasso o un Cézanne.Su técnica singular –dibuja, pega, fotografía y destruye su original–, desplegada en la iglesia y en las 110 obras de su primera retrospectiva francesa, en la Colección Lambert de Aviñón, saltó a la pantalla el año pasado gracias a Waste land, de Lucie Walkers, nominada a los Oscar y registro de una obra única en la historia del arte.Durante tres años, la cámara siguió a los que viven de la basura de Jardim Gramacho, el mayor vertedero de Río de Janeiro. Con los desechos, los traperos reconstruyeron cuadros célebres (Goya, Miguel Ángel...) que Muniz fotografió y les dio el dinero obtenido de la subasta en Sotheby's. La prueba de que "el arte puede ser útil".
Font: La Vanguardia
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